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OTIS: A dos años del sonido del apocalipsis; la noche que Acapulco no olvidará jamás

OTIS: A dos años del sonido del apocalipsis; la noche que Acapulco no olvidará jamás

A casi dos años del paso devastador del huracán Otis, Acapulco recuerda la noche que cambió su historia para siempre. La noche del 24 al 25 de octubre de 2023, un fenómeno natural sin precedentes transformó el paraíso en un campo de ruinas, dejando marcas profundas tanto en el paisaje como en la memoria colectiva.

En cuestión de horas, Otis pasó de tormenta tropical a huracán categoría 5, desafiando todos los pronósticos. La fuerza del viento fue tal que arrancó techos, tumbó postes, derribó muros y destrozó avenidas. El rugido del huracán fue descrito por muchos como “el sonido del apocalipsis”.

Las luces se apagaron, la comunicación se perdió y el miedo se instaló en cada rincón del puerto. Otis no solo destruyó estructuras físicas, también evidenció fragilidades sociales: corrupción, desigualdad, y un abandono institucional que dolió tanto como los vientos que arrasaron las calles.

“Vi sombras entre los escombros.”
“Escuché gritos que no sé si eran humanos o del mismo viento.”
“Era como si todo tuviera vida, como si el huracán respirara.”

Relatos como estos, entre el terror y la incredulidad, surgieron en los días posteriores. La línea entre el miedo y la sugestión se difuminó. Pero también emergieron otras historias: la solidaridad anónima, el abrazo entre desconocidos, el gesto de quien compartió lo poco que le quedaba.

Después vino el caos.

Sin electricidad, sin agua, sin alimentos y sin contacto con el exterior, miles de familias salieron a buscar lo indispensable para sobrevivir. Algunos lo hicieron por necesidad extrema. Otros cruzaron la línea hacia el saqueo. Otis no solo dejó destrucción física, también reveló una fractura moral y social que aún está por sanar.

Acapulco sigue de pie

Hoy, a casi dos años, Acapulco no es el mismo. Pero está de pie.
Las cicatrices siguen ahí: en los cerros pelones, en los hoteles abandonados, en los hogares aún en reconstrucción, y en el corazón de miles de personas que esa noche sobrevivieron a lo impensable.

Otis fue furia.
Pero Acapulco es fuerza.

Y aunque el viento intentó callarnos, aquí seguimos. Contando la historia. Recordando. Resistiendo.

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